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A dos años de la masacre de “Tree of Life”

por Hugo Marín (hugo.marin@lamegamedia.com)


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PITTSBURGH, Pensilvania  — Hace dos años, Pittsburgh fue el triste escenario de un crimen despiadado: los asesinatos racistas que impulsados por el odio tomaron las vidas de 11 miembros de la sinagoga “Tree of Life”, en la comunidad judía de la ciudad en el histórico vecindario de Squirrel Hill. 

El mundo quedó asombrado por los trágicos eventos que tuvieron lugar dentro del Árbol de la Vida aquel fatídico sábado gris. 

El sentimiento general era el de que nadie, nunca imaginó que una masacre de esta índole tuviera lugar en una urbe que en años recientes ha sido catalogada como una de las mejores y más seguras ciudades para vivir en los Estados Unidos. 

A una semana de la tragedia, mientras la comunidad lamentaba e intentaba sanar esta grave herida, la plataforma noticiosa, Latino Rebels, publicó una historia que capturó la atención nacional. 

En ella, un periodista local de Pittsburgh, narra cómo semanas antes de la masacre, alertó a las autoridades policiales sobre la existencia de propaganda de grupos nazi, incitando al odio, plasmada en diferentes partes de la ciudad. 

El periodista era también corresponsal de La Jornada Latina, el único periódico que informaba en español a la comunidad hispana de Pittsburgh. 

El mes antes de la tragedia de Squirrel Hill, publicó un artículo para concientizar a la comunidad de la existencia de esta campaña de supremacistas blancos. 

Para la historia, entrevistó a un oficial de policía, quien le dijo que no encontraba señales amenazantes, a pesar de que estos carteles estaban directamente dirigidos contra hispanos y judíos, incluyendo imágenes del símbolo nazi. 

Se desconoce si hubo alguna relación directa entre la proliferación de la propaganda nazi y el asesino de Tree of Life, ninguna investigación vinculó un acto con el otro.

Sin embargo, tres semanas antes de la masacre, La Jornada Latina, había alertado a la comunidad hispana de Pittsburgh y áreas limítrofes. 

El artículo publicado el 1 de octubre de 2018, se tituló: “Campaña de odio contra hispanos en Pittsburgh”. Aquí un segmento:

“Es de suma importancia que nuestra gente latina sea muy cuidadosa ya que este grupo que se responsabiliza por la campaña de odio, es extremadamente peligroso y según informes del FBI, sus miembros pueden estar fuertemente armados ya que son fascistas…La Anti-Defamation League, una organización internacional y que sirve de guardián contra movimientos antisemitas, ha categorizado a este grupo como uno terrorista”.  

La existencia de la propaganda fue informada al precinto de la Zona 2, de la Policía de Pittsburgh a finales del mes de septiembre de ese mismo año. 

¿Por qué la policía no tomó la amenaza como algo serio?

Presentando un patrón histórico con argumentos sólidamente fundamentados, la pieza de Latino Rebels severamente responsabilizó la tolerancia institucional al racismo sistemático. 

Esta perspectiva se convirtió en eje de conversación en varios foros de las redes sociales, hasta llegar a oídos de concejales municipales que mostraron interés por un problema que en la sinagoga de Squirrell Hill ya había alcanzado los límites del extremismo. 

Para once miembros de esa comunidad y sus seres queridos, ya era demasiado tarde. 

 

A dos años después de la tragedia, las tensiones raciales por las que atraviesa la nación han adquirido un tono político, y el primer mandatario ha hecho declaraciones públicas indicando refutar una derrota electoral. 

Simpatizantes del presidente republicano, pertenecientes a grupos de milicia popular, se han expresado abiertamente que están armados y listos para luchar en una guerra civil. 

Los miembros de la comunidad hispana son un grupo vulnerable a la violencia motivada por el odio. 

Este es un hecho real, el impacto del racismo sistemático está científicamente evidenciado y  es considerado en muchas ciudades como una crisis de salud.



 

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