Tuve la oportunidad de visitar el estado de Oaxaca en el año 2010, fue una experiencia que sin lugar a dudas me hizo amar y comprender a México aún más.
Desde sus pueblos nativos y su comida, hasta su mezcal y arte vibrante, Oaxaca es un lugar extraordinario, epicentro cultural para conocer y explorar.
Uno de los aspectos que hace de Oaxaca un lugar excepcional es su gente.
Ese tipo de carácter cálido y único de los oaxaqueños se refleja en su arte y festividades; convierte en un placer y privilegio el estar junto a ellos en su tierra.
Lizbeth de la Cruz, oriunda de Oaxaca, y quien ha vivido en Cincinnati por diez años, asegura que la gente es muy amigable, pero “no tienen mucho filtro al hablar, hasta casi llegar a los límites con su sinceridad”.
Oaxaca posee una riqueza culinaria reconocida mundialmente, sus bebidas también son exquisitas, una de las más populares es, por supuesto, el mezcal.
Antes de experimentar Oaxaca y su excepcional comida, no sabía que se le apoda la “Tierra de los Siete Moles” por su diversa variedad: manchamanteles, chichilo, amarillo, rojo, verde, coloradito y negro.
Nelly Janet Morales, colega de hace muchos años y quien con gusto me recibió cuando visité Oaxaca, explicó que la tlayuda es una tortilla grande con frijoles, asiento (manteca de cerdo sin refinar) y queso oaxaqueño.
Se puede disfrutar con carne, col, limón, chile, guacamole y más.
Es un platillo que casi por obligación debe ir acompañado de mezcal.
Si bien muchos pueden asociar a México con el tequila, es el mezcal lo que define a Oaxaca, una bebida destilada a base de una variedad de cactus que tengan entre seis a ocho años de edad, antes de cosechar.
Un dato peculiar es que la mayoría de las botellas de mezcal incluyen un gusano.
Las festividades tradicionales son muchas, pero las dos más conocidas son: La Fiesta de la Guelaguetza y el Día de Muertos.
La Fiesta de la Guelaguetza, es posiblemente la celebración más grande de Oaxaca y se lleva a cabo los dos últimos lunes de julio.
Es un evento cultural de origen autóctono que se festeja anualmente con presentaciones de bailes tradicionales disfrazados, desfiles de bandas nativas, comida local y artesanías.
El 2 de noviembre, como muchos conocen, es el Día de Muertos.
Para la fecha, las tumbas en los cementerios se adornan con flores y comidas tradicionales, algunos dan mezcal para unirse recordando a quienes ya no están.
Esto es muy poco de todo lo maravilloso que ofrece Oaxaca.
Al terminar la pandemia, unámonos con su gente y disfrutemos de la rica comida y sus excepcionales tradiciones, mientras que celebramos virtualmente el legado cultural de la “Tierra de los Siete Moles” en el Mes de la Herencia Hispana.