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Brecha institucional entre latines LGBTQ+ de Pittsburgh

por Hugo Marín (hugo.marin@lamegamedia.com)


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Generalmente, una de las palabras que más resuena cuando se habla de los derechos y equidad para personas que se identifican bajo las siglas LGBTQ+ es “inclusividad”. Sin embargo, en Pittsburgh –una ciudad caracterizada por su progresismo social– ninguna de las organizaciones enfocadas en este sector poblacional brinda servicios dirigidos a la comunidad hispanoparlante. Buscando grupos de apoyo o recursos disponibles en español para latines y sus familias, La Mega Nota contactó a nueve organizaciones específicamente relacionadas a asuntos LGBTQ+ en la zona metropolitana de Pittsburgh.
A pesar de que en sus páginas cibernéticas todas aluden a la diversidad y necesidad de la inclusividad, ni siquiera una de ellas cuenta con información bilingüe, personal de habla hispana, y, mucho menos, ofrecen algún tipo de ayuda diseñada para la comunidad latina. Mientras unas reconocieron la brecha existente, otras ignoraron nuestros acercamientos y algunas lamentablemente reaccionaron burdamente hostiles.
Una de las situaciones más paradójicas se suscitó cuando contactamos al “Central Outreach Wellness Center”, ubicado en el North Side. Mediante llamada telefónica, preguntamos si ofrecían servicios en español, la persona, quien se identificó como “Seth”, dijo “no”, que ellos se enfocan en personas LGBTQ+. Advertimos que existe gente latina gay, lesbiana y transexual, a lo que reafirmaron –groseramente– que no ofrecen servicios en dicho idioma.
También contactamos a los organizadores de “Pittsburgh Pride” con la intención de que personas LGBTQ+ hispanas se sintieran invitadas a participar de la celebración.
Hablamos con Lindley, quien inicialmente mostró interés y aseguró que se comunicarían al día siguiente. No obstante, nunca lo hicieron, tampoco respondieron a intentos posteriores. En el PGH Equality Center y la Hugh Lane Wellness Foundation no respondieron a nuestras comunicaciones.
El elemento de la marginalización racial en los Estados Unidos se manifiesta en muchos sectores, incluyendo movimientos LGBTQ+, y distanciándose de los sucesos ocurridos en Stonewall, cuyos protagonistas eran mayormente negros e hispanos.
Por ejemplo, en 2017, la ciudad de Filadelfia –conmemorando el mes de “Pride”– decidió añadir los colores negro y marrón a la bandera del arcoíris con el objetivo de dar representación a personas latinas y afroamericanas pertenecientes a los círculos LBGTQ+.
Oficialmente la izaron frente a la alcaldía como parte de una iniciativa titulada “Más Color, Más Orgullo”.
No obstante, lo que parecía ser un bonito acto de inclusión se convirtió en el eje de una acalorada controversia que empañaría las celebraciones de ese año. Detractores de la medida, predominantemente hombres gay blancos, basaron su oposición en que la bandera ya de por sí era símbolo de unidad y no requiere ser alterada.
Por otro lado, hasta 2021, las celebraciones asociadas a “Pride” en la ciudad de Pittsburgh estaban a cargo de la Delta Foundation, una entidad dominada por hombres (homosexuales) blancos.
Grupos de personas de color y transgénero, quienes no se sentían representadas adecuada y abiertamente, denunciaron ciertos elementos divisivos por parte de la organización.

Eventualmente, estos grupos se desvincularon de los eventos y ahora llevan a cabo sus respectivas actividades de forma independiente. De hecho, la ciudad cuenta con su propia “Black Pride”, una organización centrada en personas LBGTQ+ negras.
A todo esto, cabe añadir que cada 12 de junio Pittsburgh aún celebra el “Día de Sharon Needles” –en honor a la popular drag queen– a pesar de múltiples señalamientos por parte de activistas debido al constante uso de epítetos e imágenes crasamente racistas.

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