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Casa San José: Centro de apoyo para la comunidad inmigrante

por Hugo Marín (hugo.marin@lamegamedia.com)


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A medida que la población latinoamericana continúa creciendo en la Ciudad de Acero, una organización sigue destacándose como su epicentro comunitario. Se llama Casa San José, y frente a los retos modernos que obstaculizan el bienestar del inmigrante hispano, la institución está presente, brindando apoyo y sirviendo como sede para la integración social. 

En Pittsburgh, entre los desafíos que están impactando a familias en vías procesales de inmigración hoy día, el cierre de la corte federal donde se celebraban vistas y audiencias relacionadas, desestabilizó la accesibilidad al recurso. 

Desde el abrupto anuncio sobre el cese de operaciones, el colectivo de Casa San José se unió al reclamo popular y a líderes comunitarios en búsqueda de alternativas razonables o de la reapertura de dicha corte. 

Para actualizar sobre este y otros temas, La Mega Nota conversó con Laura Perkins, organizadora de respuesta de emergencias, y Lizbeth García, navegadora social bilingüe, ambas de Casa San José.

Apoyo para audiencias virtuales 

Según relató Perkins, tras realizadas una serie de manifestaciones de acción directa, que incluyeron protestas y conferencias de prensa, finalmente se logró una reunión con el supervisor regional para la zona noreste de las cortes de inmigración. Su respuesta fue que “jamás se volverá a abrir esa corte en Pittsburgh”. 

“Pero no es el fin del mundo, hicimos dos videos en YouTube que explican detalladamente como participar en su corte de inmigración por videollamadas. Y no solo como bajar la aplicación sino también clarificar dudas de cuando es su cita, en cual sitio web, donde entrar sus datos y también averiguar la corte que le corresponde; cada juez de inmigración decide si le permite utilizar el sistema de videollamada o si necesita asistir en persona”, explicó Laura Perkins. 

“Es de nuestro conocimiento que los jueces de Filadelfia, donde se ven nuestros casos, todos están permitiendo que personas del oeste del estado, como Pittsburgh y también West Virginia, que recae bajo la misma jurisdicción, usen el recurso a distancia. Pero es muy complicado, Hay que bajar una aplicación, mantener la cámara fija, poner y quitar el micrófono en mudo. Además, los jueces se molestan si en el hogar hay un niño llorando o alguien comiendo. Existen muchas dificultades”, lamentó. 

Lizbeth García, por su parte, abundó en la dinámica requerida durante estos procesos, una que también se discute en los videos instruccionales. 

“Cuando uno se presenta frente a un juez hay que hacerlo con disciplina, con una personalidad de respeto. No necesariamente tiene que vestirse super elegante, pero verse como una persona que respeta a esos jueces. Siendo yo alguien que trabaja directamente con la comunidad, me enfoco en tocar estos temas y prepararlos para estos cambios culturales”.  

Aunque la corte de inmigración local jamás se volverá a abrir –reitera Perkins– esta [situación] ha sido una oportunidad de educar a la comunidad y empoderarles “en una forma que no hacíamos antes; si una persona nunca ha utilizado el sistema de corte a distancia, le ofrecemos utilizar nuestra oficina para hacer la primera videollamadas”. 

Para esa comparecencia virtual, el personal de Casa San José le ayudará a comprender y manejar la aplicación de uso. También le asistirán en crear una cuenta de correo electrónico –requerida para el proceso “online”– y guardar las contraseñas adecuadamente. 

El objetivo es preparar a la persona y que ya para la segunda cita se sienta segura haciéndolo por sí misma.  

Licencias de conducir para inmigrantes

Otra de las causas civiles en que Casa San José ha estado apoyando a la comunidad es la expedición de licencias de conducir para inmigrantes. Esta lucha es una a nivel de estado y en el pasado la organización llegó a acompañar a líderes comunitarios y activistas a eventos de cabildeo en la capital de Pensilvania, la ciudad de Harrisburg. 

Al cierre de esta edición, el Congreso estatal recién había culminado su sesión para determinar el equilibrio político entre ambos partidos (republicanos y demócratas). Este año, hasta la fecha, no se ha presentado ningún proyecto de ley o iniciativa que promueva esta medida. 

Laura Perkins narró que el impase congresional referente a quien lideraría la Cámara ha sido el principal obstáculo en el desarrollo de una nueva legislación sobre el asunto. 

“Por eso hemos demorado, ya van dos meses. Nuevos [funcionarios] electos juramentaron en enero, pero algunos [aliados] fueron a ocupar otros puestos, como Summer Lee, electa para el Congreso nacional”. 

Para ella esto solo representa una pausa antes de reintroducir la propuesta de ley. Cada vez que cambia la legislatura, los proyectos mueren y requieren ser presentados nuevamente. “Pero tenemos momentum y representantes que apoyan la medida. Mientras tanto hemos tenido reuniones comunitarias [...] para aumentar nuestro poder local de ‘grassroots’ y presentar la campaña a personas nuevas”.

No obstante, Laura señala que algunas personas, dependiendo de su estatus migratorio, pueden obtener una licencia de conducir según la ley de Pensilvania. El departamento de transportación (DMV), sin embargo, parece no ser consistente en relación con los requisitos y documentaciones necesarias. 

Por otro lado, los centros para la emisión de licencias tampoco suelen contar con personal que hable español  

Presentando a Lizbeth García 

Es una de las más recientes en integrarse al equipo de Casa San José. Dentro de la organización se especializa en asistir a personas hispanas, nuevas en Pittsburgh, aprender a navegar la ciudad y acceder a sus recursos. 

“Me centro en ayudar a integrar al individuo en la sociedad anglosajona. Es necesario entender que venimos a EE. UU. y debemos adaptarnos. Estamos aquí en Casa San José para extenderle la mano y guiarle, pero queremos que en un momento dado empiece a tener independencia”, destacó García. 

Emigró de su país a la edad de 10 junto a sus padres en 1990 y se establecieron en la ciudad de Chicago, Illinois, donde vivió por 25 años. Tras contraer matrimonio se reubicó en Pittsburgh. 

“Nunca había salido de Chicago, llegué sin saber ni conocer. Estuve en shock cuando me vi fuera de una ciudad enorme en otra de la que no sé nada; entonces empecé a moverme un poquito para descubrir recursos disponibles y tener una idea de donde ir a buscar asistencia pública o de clínicas médicas. Es entonces, como en el año 2013 o 14, que me comuniqué con Casa San José”, recordó.   

En la organización encontró ayuda y el acceso a los servicios que buscaba y necesitaba. Con el tiempo y el apoyo brindado, alcanzó su independencia como persona. 

Inspirada por la labor de la hermana Janice, se ofreció como voluntaria y desde el pasado mes de noviembre, pasó a hacer la hermosa labor que un día necesitó. 

 

FOTOS: Cortesía/Casa San José

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