El calentamiento global es una amenaza latente para todos los habitantes del planeta. Una popular medida que busca frenar –o al menos desacelerar– el cambio climático se basa en la reducción del uso de plásticos.
En el condado de Beaver, a unas 25 millas al noreste de Pittsburgh, se encuentra la planta productora de plástico “Shell”, una instalación que anualmente genera millones de toneladas de este material justo a orillas del río Ohio.
En semanas recientes, la fiscal general de Pensilvania, Michelle Henry, radicó cargos contra este complejo industrial por violaciones a leyes ambientales para la protección de las aguas.
Según se desprende de la denuncia, la empresa no informó sobre problemas de dragado que conllevaron desechos contaminantes en la construcción de un gasoducto –de 45 millas– para el suministro de etanol, materia prima en la producción de plástico.
No obstante, esta es solo la última en una serie de controversias, demandas y sanciones que ha enfrentado Shell desde que inició oficialmente sus operaciones en 2022.
En mayo de 2023, a seis meses de su apertura, recibió una penalidad de $10 millones por violaciones a la calidad del aire tras exceder los límites de emisión en compuestos orgánicos volátiles (COV), monóxido de carbono, óxido de nitrógeno y contaminantes atmosféricos de alto riesgo.
Para ese mismo mes, la Environmental Integrity Project (Proyecto de Integridad Ambiental) y el Clean Air Council (Consejo por el Aire Limpio) presentaron una demanda civil contra Shell para la “reparación y prevención de repetidas y continuas violaciones” a leyes y regulaciones relacionadas.
En febrero de 2024, un residente de Beaver llamado John Flynn presentó una demanda colectiva contra Shell, alegando que la empresa emanaba de forma “ilícita y tortuosa”, olores nocivos, polvo y luminosidad sustancial, “causando daño” a residentes de la zona. En el documento legal se define como demandantes a toda persona que viva dentro de un radio de dos millas de las instalaciones.
El etanol es un hidrocarburo líquido que se obtiene del gas natural por medio de un proceso de calentamiento –a temperaturas extremas– para separarlo de los enlaces moleculares que lo mantienen unido y extraer etileno y polietileno. De estos se produce el plástico, que luego es derretido para la fabricación de botellas, piezas de auto y otros artículos.
Es un dato comprobado que en este procedimiento se libera monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, partículas finas PM2.5, dióxido de azufre y el COV llamado benceno. Algunos de estos están directamente asociados a enfermedades respiratorias incluyendo el asma.
El benceno ha sido identificado como un carcinógeno y estar expuesto a corto plazo puede causar vómitos, convulsiones y dolores de cabeza. A largo plazo tiene el potencial de provocar desórdenes sanguíneos y cáncer. En un perímetro de cinco millas de las instalaciones de Shell hay tres escuelas elementales.
El establecimiento de la planta Shell en el condado de Beaver fue originalmente visto como una alternativa de desarrollo económico y la creación de empleos para la zona. De hecho, cuando el proyecto fue propuesto, contó con el aval del entonces gobernador, Tom Wolf, y el estado le concedió a la empresa $1.650 millones en subsidios.
Además de los $10 millones en sanciones del pasado año, Shell tuvo también que pagar $2.6 millones en los últimos 12 meses por violaciones ambientales adicionales. No obstante, la empresa reportó $28 000 millones en ganancias durante 2023.
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*En el condado de Beaver, aproximadamente 25 millas al noreste de Pittsburgh, se encuentra la planta productora de plástico Shell. Anualmente genera millones de toneladas de este material vinculado directamente al calentamiento global. (CC/Mark Dixon/by 2.0 Deed)