Pittsburgh es una ciudad que está experimentando un renacimiento económico, sin embargo, se enfrenta a un desafiante reto: la falta de viviendas asequibles. Esta escasez se ha exacerbado debido a un fenómeno conocido como “gushing”, en el que inversores compran propiedades –a menudo en efectivo– y luego las alquilan a precios exagerados, una tendencia que desplaza a los residentes generacionales y a personas de bajos ingresos, impactando a la clase media y amenazando el carácter diverso de la ciudad.
Las raíces de la crisis inmobiliaria en Pittsburgh son profundas. Décadas de declive industrial provocaron una pérdida de población y, por consiguiente, un excedente de viviendas. No obstante, a medida que la ciudad se revitalizaba, este exceso disminuyó y no logró asimilar el acelerado ritmo en el influjo de jóvenes profesionales y estudiantes.
La escasez resultante ha disparado los precios de los alquileres, según un informe de la organización sin fines de lucro “Hábitat for Humanity”, la ciudad enfrenta un déficit de aproximadamente 15 000 viviendas asequibles, con una escasez particularmente aguda para quienes ganan menos del 30% del ingreso promedio en la zona.
De acuerdo con el informe, los inversionistas, motivados por el creciente mercado de alquiler, apuntan a propiedades en vecindarios desventajados con ofertas en efectivo, superando a los compradores individuales. Esta táctica no sólo eleva los precios de compra, sino que también causa un efecto dominó en el alquiler.
Con el alza en este mercado, los propietarios ven la oportunidad de aumentar los alquileres, dejando atrás a aquellas personas y familias que no pueden pagar las nuevas tarifas.
Las consecuencias del “gushing” tienen un gran alcance, los residentes de largo plazo, que pueden haber alquilado el mismo edificio durante años, se ven obligados a abandonarlo debido a los aumentos del precio, alterando la personalidad de comunidades establecidas y cortando conexiones sociales vitales.
Las personas de bajos ingresos –que ya enfrentan dificultades financieras– quedan excluidas por completo del mercado en su modalidad actual.
Reconociendo la gravedad de la situación, políticos electos y funcionarios locales están explorando soluciones. La “Pittsburgh Housing Authority” (Autoridad de Viviendas de Pittsburgh) ha reportado –en semanas recientes– un aumento en las solicitudes de vales de vivienda subsidiada, un hecho que refleja la desesperada necesidad de opciones asequibles.
La administración municipal está ofreciendo iniciativas para incentivar a los desarrolladores a crear unidades de vivienda a precios módicos, además, se está debatiendo la posibilidad de explorar medidas de control de alquiler como el existente en la ciudad de Nueva York, un paso potencialmente polémico pero necesario para aliviar los efectos del “gushing”.
Organizaciones sin fines de lucro como Habitat for Humanity abogan por una mayor inversión en la construcción y rehabilitación de viviendas asequibles.
Los sindicatos de inquilinos están empoderando a los residentes para que luchen por sus derechos y negocien condiciones de arrendamiento más justas.
El camino por seguir procurando una sociedad equitativa en Pittsburgh requiere un enfoque multisectorial a fin de simplificar el proceso de obtención de permisos para desarrollos de viviendas asequibles. Las colaboraciones entre entidades públicas y privadas pueden impulsar recursos para lograr un impacto positivo, al igual que la exploración de modelos de financiamiento alternativo y exenciones contributivas para desarrolladores.
----------------
*Los sindicatos de inquilinos están empoderando a los residentes de Pittsburgh para que luchen por sus derechos y negocien condiciones de arrendamiento más justas. (CC/Jon Parise)