Madrid, 22 mar (EFE).- El periodista y escritor chileno-argentino Cristian Alarcón, Premio Alfaguara 2022 con su novela "El tercer paraíso", asegura que, a pesar de la abrumadora realidad y la crisis global, disfruta del momento que vive Chile como "laboratorio" de la democracia que necesita renovarse en todo el mundo.
Alarcón, nacido en La Unión (Chile) en 1970, pero residente desde los cinco años en Argentina, país al que se exilió su familia a causa de la dictadura de Augusto Pinochet, recibió el pasado mes de enero el premio Alfaguara por la primera obra de ficción de este periodista que ahora, dice, tiene planeado seguir por este camino.
Una novela que, según el jurado, "abre una puerta a la esperanza de hallar en lo pequeño un refugio frente a las tragedias colectivas".
Porque, asegura el autor en una entrevista con Efe, "pensar un mundo mejor y distinto no deja de ser un imperativo" y en ese camino se inscribe su libro, "que revisa la crueldad humana al tiempo que habla de una profunda resiliencia y de la posibilidad de salir de los discursos de sufrimiento para embarcarnos en las narrativas del goce".
La resiliencia, sostiene el escritor y periodista, también es la idea de un futuro, la de que, a pesar de la abrumadora realidad contemporánea y la crisis global, se puede "volver a mirar el horizonte pensando que hay posibilidades distintas".
Así, dice, como autor argentino y chileno exiliado tempranamente, no deja "de disfrutar del momento" con un político como el nuevo presidente de Chile, Gabriel Boric, y un país que vive una "experiencia democrática innovadora": "Estamos así ante un laboratorio no solo de una democracia que necesita renovarse en todo el mundo sino de unas narrativas que se tienen que reconstruir".
Para Alarcón, han emergido "las demandas colectivas que estuvieron silenciadas 30 años de modelo neoliberal que hizo entronizar la idea de que la salvación era absolutamente individual y exclusivamente el mercado" y ha entrado en crisis "un modo de ser y estar en el mundo".
La cuestión de género, la de la ecología y la indígena "vuelven a dar cartas en un modo de administrar el bienestar colectivo", recalca el escritor, cuya novela, dice, "atraviesa todos esos temas, a través de una experiencia sutil, personal, íntima al mismo tiempo que familiar".
En su novela, un escritor cultiva su jardín en las afueras de Buenos Aires, donde acuden sus recuerdos y reconstruye la historia de sus antepasados, en un viaje literario, botánico y feminista.
El narrador de su libro, indica Alarcón, descubre un tiempo nuevo en el que la reclusión y el aislamiento al que le somete la pandemia y la enfermedad le suscita una posibilidad. Pero el aislamiento tiene un límite, "que es ese momento en el que empezamos a sentirnos irremediablemente solos y que se resuelve en lo colectivo, porque es en los vínculos donde sobrevivimos".
"Ese es el territorio político que estamos obligados a abonar, la tierra que podemos hacer florecer", indica el escritor que advierte del peligro de que los "paraísos" o "refugios" nos vuelvan cada vez más individuales.
Un tercer paraíso que, cree, poco puede hacer ante la realidad abrumadora de la guerra: "Ahí es donde la indefensión humana queda expuesta en su límite más cruel. Las guerras suburbanas sobre las que yo he trabajado en América Latina, los enfrentamientos permanentes entre clanes, mafias, no se pueden comparar con el drama universal de la guerra que volvemos a lamentar hoy y que es algo abrasador y abrumador como solo lo puede ser la muerte masiva.
Por Carmen Naranjo