Sao Paulo, 12 nov (EFE).- Un investigador brasileño ha resuelto un misterio de siglos al traducir de forma íntegra una serie de cartas escritas en tupí antiguo por indígenas del periodo colonial enemistados por un sangriento conflicto religioso entre portugueses y neerlandeses.
Estos rarísimos manuscritos, los únicos conocidos escritos por indígenas antes de la Independencia de Brasil, están guardados en la Biblioteca Real de La Haya, en Países Bajos.
Su existencia se conoce desde 1885, pero nadie había conseguido descifrar su contenido por completo hasta hoy, gracias al trabajo de Eduardo Navarro, profesor de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de Sao Paulo (USP).
POTIGUARAS EN MEDIO DE UNA GUERRA RELIGIOSA
La correspondencia se remonta al siglo XVII, un periodo repleto de luchas de poder en el preciado noreste brasileño, donde entraron en juego Portugal y Países Bajos.
Los neerlandeses dominaron durante quince años toda la costa nordestina, excepto Bahía, con la venia de los portugueses, que ocupaban el resto del país. Pero en 1645 se desató una guerra contra la presencia neerlandesa que duraría nueve años hasta su expulsión. Comenzaba la "Insurrección Pernambucana".
Los señores del ingenio de azúcar, endeudados hasta las trancas con los neerlandeses, lideraron la rebelión en la que también participaron indígenas potiguaras, pero divididos en dos bandos: unos del lado luso y otros con los Países Bajos.
Como telón de fondo, la religión. Los primeros habían sido convertidos al catolicismo y los segundos asumieron la corriente protestante calvinista.
Durante los años precedentes habían convivido en armonía, algo extraño en una época en que estaba de moda acusarse de hereje, pero mientras se fue gestando el conflicto, los hostilidades crecieron hasta desembocar en un río de sangre.
Un ejemplo es la matanza de Cunhaú, en Rio Grande do Norte, donde fanáticos calvinistas cerraron las puertas de una iglesia y mataron a "más de cien" fieles católicos durante una misa, explicó a Efe Navarro, doctor en Letras Clásicas por la USP.
"A algunos les arrancaron el corazón por la espalda", añadió.
En los primeros meses del conflicto, algunos líderes indígenas alfabetizados y evangelizados se intercambiaron cartas para convencer a su remitente de que estaba en el bando equivocado. Apenas se conservan seis de ellas.
Dos de los protagonistas son Pedro Poti, que había sido llevado a Países Bajos, donde adoptó el calvinismo, y estaba de regreso en Brasil; y un pariente suyo, Felipe Camarao, católico.
"Marãnamo, kó yby poreté-ramo pe rekó-reme, amarãmonhangype oré gûasembaba ri?", le preguntó Camarao a Poti, en una carta escrita el 19 de agosto de 1645.
Navarro, de 59 años, la mitad de los cuales los ha dedicado a estudiar tupí antiguo, ha sido el primero en desvendar de forma exacta el significado de esas palabras: "¿Por qué hago la guerra con gente de nuestra sangre, si ustedes son los verdaderos habitantes de esta tierra? ¿Será que falta compasión con nuestra gente?".
EL CARTERO, ASESINADO
De las seis cartas, tres fueron escritas por Camarao. Gracias a su traducción fue posible descubrir que al menos el portador de la primera misiva fue asesinado por orden de Poti. Para las otras dos, Camarao mandó de cartero a un hermano de Poti.
"¿Va a ordenar matar nuevamente, como siempre hace, al que lleve mi carta? Ya sé que mandaste matar al otro. Le envío ahora a su hermano más viejo, el capitán Diogo da Costa, para llevar mi carta", escribió Camarao el 4 de octubre de 1645.
UNA ARDUA TAREA
Conocer todo el contenido de las misivas no fue tarea fácil.
"Los indígenas usaron el alfabeto latino para escribir en tupí, pero escribían de cualquier manera, no había muchas reglas, y la lectura es difícil", apuntó Navarro.
Relata que el conocimiento lingüístico sobre tupí antiguo era "disperso" y, por ello, decidió crear el primer diccionario de esta lengua indígena clásica -hoy extinta-, que vio la luz en 2013 después de diez años de "largo trabajo". A partir de ahí empezó a analizar a fondo las cartas.
Su completa traducción ha permitido observar los rumbos de la guerra o los nombres de los caciques que murieron en batalla y los lugares donde lucharon.
Pero también percibir la insatisfacción de Camarao por haber perdido su cultura tradicional y el deseo de superar las diferencias y vivir todos juntos de nuevo para recuperar sus ritos antiguos.
Carlos Meneses