Haciendo referencia a inmigrantes que no han logrado legalizar su situación, cuando alguien pregunta: “¿Por qué no se ponen en la “línea” y se hacen ciudadanos?”, queda evidenciada la falta de comprensión por parte de la población en general sobre cómo funciona el sistema migratorio en nuestro país.
Para trazar el camino hacia la ciudadanía en Estados Unidos existen generalmente tres rutas: reunificación familiar, empleo o protección humanitaria.
Reunificación familiar
La mayoría de las personas que emigran legalmente a los Estados Unidos vienen peticionados por un familiar.
Los ciudadanos estadounidenses pueden solicitar para sus cónyuges, padres (si el peticionario tiene 21 años o más), hijos y hermanos.
Siempre hay visas disponibles para los cónyuges, padres e hijos menores de ciudadanos estadounidenses, pero para todas las demás categorías familiares hay límites numéricos anuales. En todos los casos, el miembro de la familia solicitante en los Estados Unidos debe demostrar un nivel de ingresos por encima del umbral de pobreza y además comprometerse a apoyar al miembro de la familia que está patrocinando.
Empleo
A través de la visa H-B1, un empleador puede peticionar a un trabajador extranjero con fines laborales.
Para ello, se deben cumplir estrictos requisitos y el empleador debe demostrar que no logró contratar a trabajadores estadounidenses.
La mayoría de las profesiones calificadas para esta visa requieren altos niveles de educación y experiencia profesional, tales como científicos, profesores y ejecutivos multinacionales.
Hay un número limitado de visas temporales para trabajadores altamente calificados, y para el sector agrícola u otros “menos calificados”.
El pasado 7 de enero, los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos (USCIS, por sus siglas en inglés) anunciaron que eliminarían el sistema tradicional de lotería que determina las visas H-1B.
El presidente Joe Biden, en los primeros días de su administración confirmó que este sistema de visas continuaría hasta el 31 de diciembre de 2021, revirtiendo la orden del anterior presidente.
Asilo
Anualmente, Estados Unidos establece un límite numérico para la cantidad de refugiados que serán admitidos por razones humanitarias.
Durante los años de gobierno de Trump, ese número bajó de 110 mil anuales a tan solo 15 mil. El presidente Biden se comprometió a subir esa cifra a por lo menos 125 mil en el primer año de su mandato, aunque deberá consultarlo antes con el Congreso.
Para ser admitidos como refugiados, las personas deben demostrar un “miedo creíble” debido a persecución basada en raza, religión, pertenencia a un grupo social en particular, opinión política u origen nacional, y temer por el regreso a sus países de origen.
Cada una de estas categorías está altamente regulada, sujeta a estrictos límites numéricos y requisitos de elegibilidad.
Como resultado, la mayoría de los inmigrantes no autorizados carecen de las relaciones familiares o laborales necesarias, y a menudo no pueden acceder a la protección humanitaria.
Esto significa que no importa cuánto tiempo han estado en los Estados Unidos, la mayoría de los inmigrantes no autorizados no tienen camino a la situación legal.
Incluso aquellos que pagan impuestos, trabajan duro y contribuyen a sus comunidades, no cuentan con opciones de “ponerse en la línea”, por lo menos hasta que el Congreso cree una nueva ley que ofrezca un camino de legalización para ellos.
