En los últimos años, la comunidad centroamericana se ha enfrentado a grandes retos. Centroamérica está recibiendo algo más que la atención del gobierno de los Estados Unidos, sino también de la población en general, a un nivel que no se había visto desde la década de los años 80 durante las diversas revoluciones y guerras civiles de la región.
A pesar de las aparentemente nuevas discusiones controvertidas que le rodean, Centroamérica ha recibido injustamente una atención negativa.
Durante la administración Reagan, Centroamérica se presentó en medios de comunicación como ejemplo de la lucha de Estados Unidos para detener la propagación del comunismo.
Los medios estadounidenses describieron una región frágil, cuyos sistemas gubernamentales fragmentados corrían peligro de ser invadidos por rebeldes comunistas.
El apoyo militar de los Estados Unidos a los ejércitos de Guatemala y El Salvador, al igual que su entrenamiento de los Contras en la Escuela de las Américas, fue visto como un esfuerzo noble, para ayudar comunidades vulnerables a proteger sus vidas y prevenir el colapso total de la sociedad mientras defendía la región de una supuesta “invasión soviética”.
Si bien el gobierno de los Estados Unidos estaba decidido a proteger sus intereses en el extranjero, no se dio cuenta que los efectos a largo plazo de sus acciones, dejarían para siempre su huella en la gente de Centroamérica.
La interferencia de Estados Unidos en el Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) condujo a una diáspora internacional que continúa hoy, con millones de personas que han sido, y siguen siendo, desplazadas de sus países de origen para escapar de la violencia, la pobreza y la persecución política.
La mayoría de los refugiados llegaron a Estados Unidos, siendo Los Ángeles uno de los destinos más populares para los recién llegados.
Hoy en día, los enclaves centroamericanos se pueden encontrar en toda la ciudad.
El Parque MacArthur es conocido popularmente como la “Pequeña Centroamérica” y Pico Union es el hogar del Corredor Comunitario de El Salvador.
En el Valle de San Fernando, vecindarios como Pacoima, Van Nuys, North Hollywood y Canoga Park albergan prósperas comunidades centroamericanas.
A pesar de su creciente presencia, los centroamericanos de hoy todavía están luchando por encontrar y reafirmar sus identidades en una sociedad dominada por mexicanos, donde apenas están comenzando a ganar visibilidad.
El trauma experimentado por la guerra y la migración deja a muchos de los miembros de la diáspora reacios a contar sus historias.
La desconexión cultural y social entre las dos generaciones afectadas de la diáspora, los que huyeron y aquellos cuyos padres abandonaron su tierra y nacieron en sus nuevos hogares, impulsa aún más esta incidencia, mientras los de nuevas generaciones a menudo se quedan solos para descubrir sus raíces y su lugar en la compleja historia centroamericana.
La historia de Centroamérica es compleja, dolorosa y hermosa.
Incluye el genocidio moderno de una población indígena y el reconocimiento de su gobierno nacional.
Es la historia de vecinos, hermanos y seres queridos que se han visto en la obligación de enfrentarse con armas unos contra otros.
Es una lucha por los derechos indígenas, afrolatinos, trabajadores y mujeres.
Es la revolución de la clase trabajadora y la opresión del gobierno.
Son dos generaciones separadas por la guerra y la geografía, mientras intentan redefinir la identidad.