A pesar de proyectarse como una ciudad centrada en las artes y la tecnología, la cultura autóctona de Pittsburgh es una de cuello azul cuya forma de entretenimiento ha estado históricamente basada en los deportes. En un entorno institucional que tiende a desfavorecer a la persona latina, el joven mexicano, Josh Blanco sobresale por su talento en el fútbol americano.
Los tres deportes principales en la Ciudad de Acero son el fútbol americano, el hockey sobre hielo y el béisbol, este último siendo el único que trae consigo una visible representación hispana.
Sin lugar a duda, está evidenciado que el hockey es –y siempre ha sido– predominantemente blanco, mientras el fútbol americano tiende a llevar una diversidad estrictamente bilateral que incluye gente negra pero donde el jugador latino constituye aproximadamente un .05%.
De acuerdo con un estudio realizado por el Institute for Diversity and Ethics in Sports (Instituto para la Diversidad y Ética Deportiva), en el 2019, de los 1 657 jugadores registrados por la Liga de Fútbol Nacional (NFL, por sus siglas en inglés) solo ocho eran latinos.
Según indicó Carlos Blanco, el papá de Josh, esa dinámica se refleja en los equipos escolares y ligas juveniles extracurriculares donde los entrenadores parecen dar prioridad a niños estadounidenses, no obstante, el jovencito ha perseverado hasta convertirse en pieza clave para su equipo de preparatoria en el distrito escolar de Mars.
Josh Blanco llegó a los Estados Unidos cuando tenía siete años y en entrevista con La Mega Nota explicó que no hablaba inglés. Sin embargo, se sentía entusiasmado ante la novedad, por lo que el aprender el idioma y adaptarse a las costumbres locales no fue un reto significativo para él.
¿Cuándo despertó su interés por el fútbol americano?
“Desde niño iba con mis padres a un restaurante para ver los partidos de los Steelers. También, en México a veces me llevaban a ver a mi hermano mayor jugar”, dijo Blanco.
A los diez años empezó a jugar en un equipo de Seneca Valley perteneciente a la liga juvenil denominada “Youth Football” en la que su papá era el dirigente. Ahí dio sus primeros pasos en este deporte.
A los 12 se desarrolló en el “tackle” ofensivo y defensivo de lado izquierdo, al igual que obtuvo la experiencia de participar en varios torneos e incluso ganar un campeonato.
De aquí pasa a la escuela intermedia (middle school) donde se integra al colectivo escolar. Pero según describe el deportista, durante este período no se juegan muchos partidos, sino que se trata más bien de un proceso preparativo de entrenamiento, forjando los jugadores para lo que se conoce como el “varsity”, que es la mayor división a nivel escolar.
Ahora cursando su undécimo grado, Josh juega en este más alto nivel de acuerdo con su edad y se destaca en la posición de “noseguard”. Su meta es continuar y espera obtener alguna oferta para jugar a nivel universitario.
“Si una universidad me otorga una beca deportiva, eso me ayudaría a pagar mis estudios. Me gusta el fútbol, pero no es algo para toda la vida, es una etapa y se tiene que estar preparado para saber lo que uno quiere hacer en la vida. A mí me gustaría estudiar biología con una concentración (“minor”) en diseño gráfico”, aseguró el atleta.
Antes de concluir la entrevista, Josh Blanco envió un mensaje a los jóvenes recién llegados a Pittsburgh, exhortándoles a que “nunca olviden sus raíces. Aprendan las costumbres de aquí pero no olviden de donde son o de donde son sus padres. Ya sea de México, Argentina o Venezuela, tengan orgullo por su cultura”.
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Josh Blanco es un joven mexicano con una gran habilidad en el campo del fútbol americano. Planea utilizar este talento en el futuro para obtener una carrera universitaria. (Cortesía/Carlos Blanco)
