Caguas (Puerto Rico), 6 abr (EFE).- La escritora cubana Karla Suárez confiesa en entrevista con Efe que para escribir sobre hechos dolorosos o históricos que la marcaron en su isla natal necesitó "distancia para verlos como la historia que les sucedió a otros".
La emigración, la crisis de los 90 y la participación cubana en la guerra de Angola son algunos de esos temas que abordó Suárez, pero años más tarde, en cuatro novelas que la autora llama "sinfonía habanera".
"Después de que digerí muchas experiencias y me alejé, entonces volví a reconstruir todo aquello que tenía en la memoria", explica durante un receso del Congreso Internacional de Escritores que se celebra estos días en la ciudad puertorriqueña de Caguas.
AL ESCRIBIR, VUELVES A SENTIR
La ganadora del Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar en 2019, que reside actualmente en Lisboa, se marchó de Cuba en 1998 y no fue hasta un año después que escribió su primera novela: "Silencios", que logró el galardón Lengua de Trapo.
"Para hablar de ciertas cosas yo necesitaba distancia. Por ejemplo, la guerra de Angola se terminó oficialmente para los cubanos en 1991; yo podía haber escrito antes de esa guerra, pero estaba muy cerca", comenta.
Esa guerra, que marcó a su generación y la de sus padres, es el hilo de su novela "El hijo del héroe" (2017). Para Suárez era "importante" abordar este tema pero ya "con esa frialdad que permite escribir sobre cosas que duelen".
"Sucede que muchos hechos históricos que nos marcan, primero no quieres escribir sobre eso porque cuando escribes vuelves, vuelves a sentir y estás todavía muy implicada emocionalmente. Entonces eran cosas de las que yo no quería hablar cuando yo vivía allá", afirma.
Cuando vivía en La Habana y comenzó en las letras, Suárez escribía cuentos que "podían pasar en cualquier lugar y no tenían nada que ver" con lo que ella estaba viviendo, con su cotidianidad.
NO SE PUEDE ESCRIBIR LLORANDO
"Mientras uno está viviendo un momento o tiene muy cerca emocionalmente una sensación, es más difícil hablar de eso. Cuando algo te duele demasiado no puedes hablar de eso", subraya la autora de "Habana año cero" y "La viajera".
En su opinión, "no se puede escribir llorando, se puede escribir para provocar el llanto" y, por ello, es necesaria "esa distancia salvadora que te permite ver con nitidez".
Por eso, ella en esos momentos toma notas, un acto de catarsis que califica de "parir la idea", y las guarda como "material" para pulir en el futuro.
"Una vez que está digerido, lo reelaboro y entonces me acerco a ese dolor con una distancia, desde otro lugar (...) para tener perspectiva", comenta la también profesora de escritura creativa en la Escuela de Escritores de Madrid.
Tras tratar la historia reciente de Cuba en su "sinfonía habanera", cuyas novelas son independientes pero tienen ecos de una en otras, Suárez ahora va a cambiar de tercio aunque sin desvincularse totalmente de su isla natal.
"La protagonista es cubana, pero vive fuera y aunque Cuba sale no está directamente ligada a la historia de ese momento", explica sobre su próxima novela, de la que por superstición no quiere adelantar detalles ya que se encuentra "a punto de escribir el final".
SIN LÍMITES
Aunque es cubana y vivió en la isla hasta 1998, en Cuba no se ha publicado toda su obra. Al momento, dos novelas y su primer libro de cuentos.
Y eso que desde 2007 su nombre sonó con fuerza tras ser seleccionada entre los 39 escritores jóvenes más representativos de América Latina por el Hay Festival de Bogotá.
Preguntada por cómo la censura en la isla afecta a los escritores cubanos, en especial a los que residen allí, Suárez asegura que ahora es más fácil ya que se puede publicar en muchos lugares del extranjero como España o países de América Latina.
"Los escritores, o al menos los que yo conozco, parten de la no autocensura, escriben y el texto tiene que salir, y si luego se publica o no, eso ya es una segunda fase, o si se publica en otro lugar", apunta.
"Para el momento de escritura y de la creación uno no se debería limitar pensando que no me lo van a publicar", concluye.
Marina Villén