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La Casa Blanca en hora cero

por Hernán Gálvez (hernan.galvez@lamegamedia.com)


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Destitución de Trump no es tan sencilla, pero tampoco se descarta

CLEVELAND, Ohio  — Dos cargos fueron aprobados para sustentar el proceso de destitución en contra del presidente. Estos son: abuso de poder, por suspender ayuda financiera a Ucrania hasta que esta nación iniciara una investigación en contra Joe Biden y obstrucción de justicia, por presionar a agencias gubernamentales desde la presidencia para evitar el proceso de destitución.

La Cámara de Representantes dio el visto bueno y los titulares de la mayoría de los diarios fueron “Trump Destituido”.

Sin embargo, al proceso aún le queda una segunda parte, la más importante: la ratificación del Senado. Para esto, se necesitan 67 de 100 votos. 

El Senado tiene 53 miembros republicanos, 45 demócratas y dos independientes. 

Con ese escenario, la condena no es imposible, pero sí bastante improbable. 

El excandidato a juez por el partido demócrata y abogado en el condado de Cuyahoga, Michael Rendón, opina que “a menos que el juicio por destitución permita testimonios y comparecencia obligatoria de testigos y documentación, entonces lo que se supone sea un juicio no será más que una farsa, una burla, y nuestros líderes políticos nos habrán fallado”. 

Ahora que el proceso pasó la primera etapa, la lucha política entre demócratas y republicanos está en la admisión de testigos y evidencias. 

De darse el caso, al ser las audiencias públicas, el despliegue televisivo de personajes a favor y en contra en una época electoral será clave. 

Sea cual fuere el resultado final del proceso, la percepción del votante estará alimentada por las imágenes del juicio que aún falta. 

Así piensa Gustavo Hoyas, experto en ciencias políticas, colaborador de distintas organizaciones latinas y miembro activo del partido republicano en Cleveland.

“Si el proceso de destitución procede –lo cual, a mi punto de vista, es imposible, ya que el Senado es mayoritariamente republicano– sentaría un precedente negativo. Se llegaría a tal punto en que los presidentes podrían ser llevados a juicio político por cualquier tontería. Este debería ser un procedimiento promovido por ambos partidos políticos, no un acuerdo conjurado en un sótano”. 

De igual manera, Hoyas considera que todos los presidentes del mundo pueden hacerse consultas sobre corrupción.

“Todo esto ha sido puro juego político de los liberales y sus amigos en los medios, no veo nada criminal. Sin embargo, la negativa del Senado beneficiaría al presidente en las elecciones e indudablemente aparecería en otro pedestal, le daría más poder”. 

Lo que sigue

El juicio legal empezará a mediados de enero. 

Las audiencias pueden durar de dos a tres meses y casi inmediatamente sigue la recta final hacia las elecciones presidenciales. 

El país –al menos potencialmente– podría quedarse sin presidente ni candidato, o con presidente y un candidato reivindicado. 

Los hechos

Las últimas encuestas muestran un 45% de la población a favor de la destitución de Trump,   un 5% menos a los resultados de noviembre. 

Analistas coinciden que al presidente le conviene un juicio rápido. La opinión pública no le es tan desfavorable como pensaron los demócratas. 

Al otro bando, por el contrario, le beneficiaría un maratón de testigos y documentos que, al menos mediáticamente, merman la imagen del presidente. 

Ahí radicará la lucha política en el 2020.

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