París, 25 ene (EFE).- Color, plumas y lentejuelas reinaron en la colección de Alta Costura que Chanel presentó este martes en la pasarela de París, en la que sorprendió utilizando a su embajadora Carlota Casiraghi como jinete y en un decorado digno de museo.
La hija de Carolina de Mónaco, imagen de la firma y desde hace un año presentadora de los encuentros literarios en línea organizados por Chanel, abrió la pasarela montada en su caballo con un traje de hípica negro en "tweed". Una aparición que dejó sin palabras a los invitados, que reaccionaron con un fuerte aplauso.
No fue la única novedad de esta pasarela, en la que se mostró una colección primavera-verano 2022 ligera, delicada y onírica, con trajes de "tweed" de tonos alegres y colores pasteles combinados con pantalones de encaje tipo enaguas, blusas bordadas y vestidos de tul.
El azul marino coloreó los trajes de pantalón, con mangas francesas y chaquetas abotonadas, mientras que el negro y el blanco protagonizaron los estilismos de noche con faldas de tul abombadas, tipo bailarinas, y conjuntos bicolor a rayas.
Las chaquetas se llevaron además con faldas largas de bordados y plumas y faldas-pantalones, pero también más alargadas, como si fueran minivestidos en una amplia versión de colores rosados.
Casiraghi se convirtió en cierto modo en la heroína del desfile, pero también en una reencarnación de la mujer que tal vez mejor representaría en la actualidad el espíritu de Gabrielle Chanel, fundadora de la marca e icono eterno del mundo de la moda.
Hablaron de ella los cortes de pelo de las modelos, estilo "garçon", los vestidos de líneas fluidas muy años veinte con tirantes de lentejuelas y bordados de pedrería, y los trajes masculinos, con chaquetas cortas y pantalones fluidos.
La firma reinventó su mítico zapato "slingback", de color piel y con puntera negra, en una versión de salón y tacón bajo más sujeto al pie.
INSPIRACIÓN DEL PARÍS DE 1920
Virginie Viard, que durante treinta años fue la mano derecha del mítico diseñador alemán Karl Lagerfeld hasta su muerte en febrero de 2019, empieza a mostrarse cómoda a la cabeza de la firma tras dos años como directora creativa y va poco a poco implantando unos códigos que se enmarcan en el legado de Chanel, pero con un punto más ligero y femenino.
Con ella, los accesorios han quedado en un segundo plano, con menos joyería en pasarela y sin bolsos, para dejar todo el protagonismo a las siluetas, rectas y fluidas.
El decorado de las pasarelas, sin duda uno de los puntos fuertes de Lagerfeld, quien llegó a reproducir un cohete o parte de la Torre Eiffel para sus desfiles, también parece estar evolucionando con Viard.
La creadora ha delegado por primera vez la tarea de concebir estos espacios a un artista, en este caso al francés Xavier Veilhan, conocido por sus juegos de ilusionismo.
Veilhan utilizó elementos del universo de la hípica y alusiones a los años 1920, con formas modernistas y figuras típicas del nacimiento de las vanguardias, en la que Chanel también tuvo un papel protagonista.
La pasarela parecía una pista de competición ecuestre o un concurso canino, con asientos hinchables, ruletas gigantes y arena en los pasillos, mientras se emitía un vídeo de la marca con Casiraghi a caballo como protagonista.
Cerró el desfile un traje de novia de inspiración años 1920, con vestido tipo túnica en seda bajo una capa de tul abierta en el centro y con pespuntes plateados.
Viard salió de la mano de Casiraghi y Veilhan a despedir a los invitados, entre quienes se encontraban la cantante belga Angèle o la actriz australiana Margot Robbie, ambas embajadoras de la marca, entre otros. María D. Valderrama