Ciudad de México, 18 jul (EFE).- Los mexicanos José Mauricio y Joselito Adame salieron en hombros al cortar dos y tres orejas respectivamente en la corrida dominical de la plaza de toros Silverio Pérez de Texcoco.
La primera corrida en casi dos años en Texcoco, que había suspendido actividades debido a la pandemia por coronavirus, registró una plaza casi llena, aunque los toros del encierro de la ganadería de La Estancia fueron escasos de fuerza.
Al frente de la parada estuvieron los matadores José Mauricio y Joselito Adame en una tarde conservadora en la que ambos diestros prescindieron de realizar alardes de riesgo real.
Poco dieron los espadas a los aficionados originarios de diversos puntos cercanos a Texcoco y quienes facilitaron el excesivo resultado estadístico de tres orejas para Adame y dos para Mauricio. Estos últimos apéndices obtenidos por el de luces en el toro de regalo.
Lo más interesante del festejo lo realizó Mauricio en esta res brava postrera. El torero capitalino había estado incómodo en todas las suertes de sus tres anteriores animales, al fallar con capote, muleta, estoque e incluso banderillas.
Con su primero anduvo con muchas reticencias y solo al final dejó con clasicismo una semi tanda acoplada. Los otros dos fue un "quiero y no puedo" constante que le motivó a pedir el de regalo. Un toro muy serio, con la misma falta de filo y brío que sus hermanos, pero de fijeza encastada.
La faena de Mauricio, aunque a trompicones, transcurrió mayoritariamente con la mano izquierda. Una tanda de tras naturales de mucha cadencia obligó al astado a tomar la muleta hondo y lento.
La faena finalizó con una estocada desprendida pero eficaz que, si bien el juez de plaza quería premiar con una sola oreja, los tendidos alborozados empujaron hasta lograr que la autoridad ondease dos pañuelos.
El mismo jolgorio de los asistentes fue el único argumento para las tres orejas de Adame que, salvo unas ya clásicas en repertorio Zapopinas, no ofreció nada de interés.
Siempre muy en paralelo, con la muleta y la pierna contraria muy atrasadas, apenas busco ligar y menos mandar con el sitio correcto la embestida de los buenos toros que le tocaron en suerte.
A su tercero, el de embestida más nítida de la tarde, lo toreó de entrada y salida de rodillas, pero además de este gesto de tremendismo, no estuvo firme el de Aguascalientes.
Los toros de aspecto y hechuras muy serias quedaban tan fijos en la muleta como adormecidos frente a ésta. La falta de decisión de los matadores no ayudó a encelar a los de La Estancia.
Un encierro que se esperaba de gran rivalidad quedó frustrado por el compadreo de los acartelados que incluso ejecutaron un quite con los capotes a la vez, demostrando que dos medias verónicas realizadas al unísono suman un trapazo.