Si reflexionamos de manera curiosa y genuina el significado que conlleva una bandera confederada ondeando por los pasillos del Capitolio en el Distrito de Columbia, queda evidenciado el racismo existente en el movimiento “Make America Great Again” impulsado por Donald Trump.
A pesar de serias indicaciones relacionadas a estas tendencias en su política pública y discursos, muchos hispanos votaron por él en noviembre del 2020.
Mi propósito no es el de promover divisiones, tampoco de tratar de revivir viejas tradiciones, sino el de compartir una perspectiva diferente que nos ayude a romper con un patrón de pensamiento, para así darnos la oportunidad de tener mejor control de nuestras decisiones y opciones centralizadas en quienes somos.
Como puertorriqueño, solo puedo desarrollar la conversación desde un punto de vista boricua. Haciendo referencia a boricuas que negaban su africanidad, el poeta puertorriqueño, Fortunato Vizcarrondo dijo en uno de sus obras:
“Erej blanquito enchapao
Que dentraj en sosiedá,
Temiendo que se conojca
La mamá de tu mamá”.
Analizando objetivamente el concepto de cultura en el verso, Vizcarrondo nos presenta la existencia de un sentido de inferioridad interiorizado, una mentalidad colonial llevada subconscientemente en muchos pueblos que han sido colonizados.
Una de las consecuencias con mayor envergadura es la actitud pasiva con la que colectivamente se acepta esta inferioridad.
En la mentalidad colonial se encapsula una noción de autodesprecio en la que los puertorriqueños somos incapaces de sobrevivir sin los Estados Unidos, y que no estamos a la par con países europeos.
De igual forma, obstaculiza la lucha por mejorar nuestras condiciones de vida, perpetuando la narrativa de que solo extranjeros pueden salvar a Puerto Rico.
La opresión se manifiesta de muchas maneras aun sin la presencia directa del colonizador.
Y es muy importante recordar que Puerto Rico es producto del coloniaje español, como país nunca ha experimentado una soberanía.
Nuestros padres se formaron dentro del sistema colonial al igual que nuestros abuelos y bisabuelos.
El coloniaje no es consensual, su naturaleza es de imposición violenta y subordina al territorio ocupado a un control absoluto.
Basado en la narrativa de civilizar una sociedad, se establece un proceso de asimilación, promoviendo la desvalorización de lo propio, lo local o nativo, para en contraste resaltar la potencia extranjera.
La autoridad estadounidense en Puerto Rico es institucional, no existe otra opción que la aceptación incondicional ante esta realidad.
Reconociendo las diferencias entre lo autóctono y lo extranjero, se asocia el poderío del colonizador con sus costumbres y cultura como intrínsecamente superiores o de más prestigio; esta tendencia lleva que las personas emulen el comportamiento anglosajón, confundiendo el nivel de asimilación con sofisticación o alto estatus social.
La mente de la persona colonizada (mentalidad colonial) como concepto psicológico surge en torno a los sentimientos de inferioridad dentro de algunas sociedades en relación con los valores de las potencias extranjeras, a través de las interacciones durante el período de la colonización.
Este fenómeno ha llevado a que personas prefieran círculos sociales predominantemente blancos, otros a que se avergüencen de ciertas prácticas o creencias culturales, que apoyen gobernantes en contraposición de su propio bienestar, y en casos extremos a negar su puertorriqueñidad o autodenominarse “of spanish descent”.
El enfoque colonial en los libros de historia, recrea un marco en el que nuestros ancestros africanos e indígenas eran personas dominadas, cuyo rol en la formación del país está limitada y minimizada a sirvientes y trabajadores.
Sin embargo, a pesar de ese factor, muchas de nuestras características culturales están fuertemente arraigadas a ellas.
Pero Fortunato Vizcarrondo va más allá, figurativamente nos invita a no esconder nuestra africanidad, a aceptar y celebrar con orgullo alegre, las raíces africanas.
Al igual que durante el mes de la Herencia Hispana rendimos homenaje a ciertos aspectos de nuestra identidad cultural, el Mes de la Historia Negra es un período que llama a reconocer ese legado y a mantenerlo vivo de forma consciente.