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NATALIA COLÓN: “Solamente con educación logramos equidad”

por Hugo Marín (hugo.marin@lamegamedia.com)


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PITTSBURGH, Pensilvania  — La mujer es un grupo de la población que ha sido históricamente marginado y oprimido a nivel global. 

La empatía y la solidaridad son insuficientes cuando se desconoce la realidad femenina del siglo 21. 

Para comprender de forma precisa y certera sobre este injusto fenómeno social, La Mega Nota entrevistó a Natalia Colón, activista y empresaria puertorriqueña, radicada en Pittsburgh. 

En la conversación, inmediatamente surgió la hegemonía institucional centrada en doctrinas machistas, como detractor principal y eje de discriminación en el entorno laboral y cultural de la mujer moderna. 

Para Natalia, la opresión del machismo siempre ha estado presente en su vida.

“Desde pequeña, no podía sentarme de la forma que quería. Si la manera [de hacerlo] no iba de acuerdo a lo establecido, me ordenaban a cambiar la postura, advirtiendo que las niñas no se sientan así, [entonces] desde muy jóvenes se comienza a controlar el comportamiento de la mujer”, destaca Colón.  

Explicó cómo el machismo se manifiesta de diferentes modos, cónsono con la estructura socio-cultural dominante del lugar en que se vive. 

“Tenía unos conceptos de lo que era el machismo según lo había experimentado en mi natal Puerto Rico. Antes de Pittsburgh, viví en Nueva York [y] allí, un patrono masculino limitaba mi posibilidad de avance en el empleo, y los piropos en la calle eran constantes”.

Cuando llegó a Pensilvania, tuvo “por primera vez en la vida”, la oportunidad de trabajar con un personal completamente constituido por mujeres.

“Sin embargo, aunque contrario a Puerto Rico y Nueva York, no tenía que soportar piropos no deseados, si existe el límite de posibilidades en la obtención de posiciones de empleo, además de que no hay leyes que concedan a la mujer un tiempo libre y con paga, tras un embarazo; algo que es un derecho laboral en mi Puerto Rico”, cuestionó.

Institucionalmente, las necesidades de la mujer son ignoradas, según Natalia, “debido a que las leyes y regulaciones han sido redactadas mayoritariamente por hombres”, quienes no consideran a la mujer, ya que crasamente las desconocen. 

“Hablemos, por ejemplo, del ciclo menstrual, los hombre no saben el precio de un paquete de toallas sanitarias (“menstrual pads”), un paquete no es suficiente para un período. Muchas mujeres pueden comprarlos, pero existe gente pobre, madres solteras que en ocasiones tienen una o dos hijas”. 

Y deja interrogantes que invitan a reflexionar:

“¿Qué sucede si no tienen dinero [y deben escoger] entre comer y comprar toallas sanitarias? Creo que estas deberían ser gratis para las mujeres, de igual forma que hay papel higiénico en los baños públicos, o al menos que sean exentos de impuestos. El hombre no comprende esta situación debido a que [solo las mujeres] lo tienen mes tras mes, sin mencionar lo difícil que resulta trabajar con un dolor menstrual”. 

Aprovechó para recalcar la imperativa necesidad de tener conversaciones sobre la mujer. 

Asegura que la educación es la única herramienta que tenemos para erradicar el patriarcado y alcanzar la equidad de géneros. 

“No se pueden tratar los asuntos de la mujer como un tabú, el feminismo no se trata de revertir los roles haciendo a la mujer superior al hombre. Se trata de igualdad de derechos y la aceptación de nuestra diversidad”, concluye. 



 
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