Zaragoza, 10 oct (EFE).- El escenario del Pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza ha sido este domingo objeto de un acto de depredación artística de la mano de Nathy Peluso, que ha demostrado con sus cerca de dos horas de actuación por qué es una de las actuales reinas del panorama urbano ante los más de 3.000 espectadores que han acudido a uno de los platos fuertes de unas atípicas ‘no-fiestas’ del Pilar.
La noche prometía entre los seguidores de Peluso, su “gente”, como les ha llamado en varias ocasiones durante la actuación, que esperaban en sus sillas a que llegara. El público, mayoritariamente joven, ha vuelto a saber comportarse en un concierto que invitaba al contoneo desde la primera canción.
Así ha sido cómo ha empezado, con ‘Sanana’, acercándose lentamente a la primera línea del escenario con su ajustado traje de reminiscencias psicodélicas y botas altas de negro riguroso. La respuesta: ovación cerrada nada más llegar.
“¡Gocen que la vida es solo una, carajo!", ha clamado antes de lanzar su segundo torpedo, un ‘Buenos Aires’ que ha llevado al patio de butacas a iluminar con las linternas de los teléfonos móviles el pabellón mientras gozaban con el espectáculo.
En Zaragoza no solo se ha atrevido con los temas propios, sino que también ha mostrado su dominio a la hora de versionar canciones de otros con el clásico del reggaetón de Daddy Yankee ‘La despedida’, al que ha impregnado de un tono soul muy pertinente.
El concierto mostraba un mecanismo bien engrasado: en las tablas, Peluso bailaba y cantaba como el animal del escenario que es y, en la grada, el público disfrutaba ante un recital que cubría de sobra las expectativas que podía levantar la argentina.
Capítulo aparte merecen los músicos, unos compañeros que han demostrado una solvencia fuera de lo común al adaptarse a los muchos estilos por los que ha transitado a lo largo de su actuación.
De hecho, uno de los rasgos más significativos del concierto ha sido lo ecléctico de la propuesta; del hip hop al soul, del trap al guitarreo más duro y del rock a los ritmos latinos. Muestra de ello ha sido ‘Puro veneno’, un gran ejercicio de salsa que ha llevado a unos cuantos a bailar más allá de su silla.
El ecuador de la actuación ha venido acompañado de una relajación en los ritmos, tranquilidad que ha saltado por los aires con ‘La sandunguera’, antes de poner a todos a cantar con ‘BZRP’ y de ausentarse por un momento del escenario.
‘Nathy, Nathy…” llamaba el público, mientras que alguna voz exaltada gritaba “¡Diosa!” a la cantante argentina, que no ha tardado en volver con la potente ‘Amor salvaje’ para deleite de todos.
‘Arrorró’ ha llegado como uno de los momentos más íntimos del concierto, solo con la voz de Peluso, teclados y una mínima percusión que, una vez más, ha llenado las gradas de linternas de móvil.
Con ‘Corashe’ ha vuelto a romper la calma, llenando de rojos y negros el escenario, golpes apocalípticos de batería y un solo de guitarra tan potente como bien ejecutado.
“Gracias, mi gente, buenas noches. Os quiero mucho”, ha dicho antes de abandonar el escenario. Era una treta, como cabía esperar, antes de los ‘bises’, que han anticipado los clásicos pitos y palmas para que volviera.
Lo ha hecho gateando hasta el límite del escenario para cantar ‘Delito’, que ha puesto en pie a gran parte del público, y con ‘Business Woman’. Su vuelta, muy celebrada, ha servido para que la cantante pidiera un gran aplauso para sus padres, que han estado presentes en el concierto.
El final ha llegado poco después con ‘Mafiosa’, con la que ha vuelto a poner en pie a casi todos los asistentes, y, por último, con ‘Agárrate’, un tema que ha puesto de relieve la capacidad de Peluso para pasar de la calma a la tormenta en una sola canción.
Así, ha dejado a su público de Zaragoza coreando su nombre, para lidiar este martes con el escenario del Kursaal, en San Sebastián, y el sábado con el del Tarraco Arena, en Tarragona, antes de partir a México, donde estará en el Ozuna Cancún Fest.