Mientras niños alzaban carteles cuestionando estereotipos por “colores” y diferencias raciales durante una protesta, en Elsmere, Kentucky, una pareja caminaba sosteniendo a cuatro personajes animados en tonos turquesa, verde, lila y naranja.
Las acciones mostraban conciencia social contra el racismo, tal como lo hacen Elmo y Abby Cadabby –protagonistas de Plaza Sésamo– para ilustrar a los preescolares sobre manifestaciones de un pueblo oprimido que aboga por justicia, igualdad y respeto a la diversidad.
“Papi, Elmo no entiende por qué todas esas personas se han reunido”, le pregunta Elmo a su padre Louie al escuchar voces que en la calle gritaban “Black Lives Matter”.
“Se están aglomerando para una protesta”, responde al pequeño que ignora la razón del movimiento.
“Una protesta es cuando la gente se une para demostrar disgusto o desacuerdo sobre algo. Ellos tratan de alertar a otros sobre el problema; comparten sus sentimientos, trabajan juntos para mejorar la situación y alzan pancartas [con mensajes]”, explica Louie al presentar un cartel con la frase “amor, justicia y paz”.
Elmo mira otra vez por la ventana, se da cuenta que los manifestantes siguen enojados y con asombro cuestiona si protestar es malo.
“Ellos están enojados y tristes. Tienen todo el derecho a sentirse de esa manera porque el racismo es un inmenso problema en nuestra nación”, explica el papá.
“¡Racismo! ¿y eso qué es?”, exclama Elmo.
“Es cuando una persona trata a otra injustamente solo por su apariencia o el color de la piel”, describe Louie.
Y de nuevo, Elmo se confunde.
El peluche insiste porque no logra comprender sobre “asuntos de color”.
“Tengo amigos con diferentes tipos y colores de piel –y pelaje también– negro, chocolate, verde, rosado y morado”.
Su padre toma una pausa, respira y señala que no todos los lugares son como Plaza Sésamo, donde se respetan y aman unos con otros.
“En toda la nación, la gente de color –especialmente la comunidad afroamericana– sigue siendo tratada injustamente, solo por apariencia, cultura o raza. ¿Quiénes son ellos? Lo que estamos viendo es gente que se para firme y dice ‘¡ya basta!’ porque quiere acabar con el racismo”.
Ahora el querido personaje infantil sabe de lo que se trata.
Desea integrarse a la lucha para que todas las personas, por igual, reciban un trato justo.
Por otro lado, Abby Cadabby, la tierna hada de alas color rosa, parece estar bien informada y expresa frustración por lo que sucede. Exige cambios y respeto para todos.
Confiesa que –por el color de sus plumas amarillas y su inmenso tamaño– su amigo “Big Bird” ha sido víctima de burlas entre los pájaros de su comunidad.
“¡Eso no puede pasar! ¡No es justo que lo traten así! Comprendo su enojo, pero también le he dicho que el color de su plumaje y ese gran porte lo hacen especial y debe sentirse orgulloso por ser quien es”.
Ambas historias conforman una serie televisiva que compromete a los personajes de Plaza Sésamo en la misión de educar a los niños sobre un grave problema social.
Muchas ciudades agotan esfuerzos e impulsan decisiones para declarar el racismo como crisis de salud.