La inclusión del cambio climático como un fenómeno real al momento de Pittsburgh redactar sus medidas reguladoras relacionadas al control de aguas pluviales, fue destacada en el último reporte del National Climate Assessment (Evaluación Climática Nacional). Es ejemplo de cómo una ciudad puede prepararse para las tormentas severas y frecuentes que proyectan los expertos en las ciencias atmosféricas.
El National Climate Assessment es un informe del gobierno federal sobre los impactos, riesgos y respuestas frente al cambio climático. En esencia, se trata de una colaboración interagencial ordenada por el Congreso con el fin de proporcionar datos científicos para asegurar una toma de decisiones responsables y bien informadas en todo Estados Unidos.
La Ley de Investigación del Cambio Global de 1990 exige que el Programa de Investigación del Cambio Global de EE. UU. (USGCRP) entregue un informe al Congreso y al presidente con una frecuencia de cada cuatro años. En este se solicita que “integre, evalúe e interprete los hallazgos y analice los efectos del cambio global en el medio ambiente natural, la agricultura, la producción y el uso de energía, recursos terrestres e hídricos” entre otros temas, y así determinar las posibles tendencias para los próximos 25 a 100 años.
Ahora en su quinta edición y publicado en noviembre del año pasado, el reporte hace referencia a Pittsburgh, la segunda ciudad más grande de Pensilvania –con una población aproximada de 300 000 habitantes– por su medida que exige a desarrolladores y contratistas a incorporar modelos de infraestructura verde en sus proyectos considerando métodos para controlar la escorrentía del agua de lluvia.
Pittsburgh es una de las primeras ciudades en implementar regulaciones sobre aguas pluviales basadas en la expectativa de un incremento futuro en la precipitación (lluvia) a causa del cambio climático, hecho que representa una amenaza con el potencial de causar serias inundaciones a menos que se mejore la capacidad de la tierra para absorber y almacenar agua en lugar de simplemente canalizarla por desagües.
El reporte también resaltó que, en el 2021, Pittsburgh se comprometió a alcanzar una meta de cero emisiones de carbono para el año 2050.
Según se desprende del informe: “Mientras que ciudades más grandes como Nueva York, Boston y Filadelfia están haciendo preparativos climáticos extensos, Pittsburgh es un ejemplo de un enfoque innovador de planificación climática, adoptado [...] por una ciudad de tamaño mediano”.
Sus esfuerzos generalmente reciben menos visibilidad –subraya el documento– pero “la necesidad entre ciudades de tamaño similar en la región de aprender sobre las mejores prácticas y las lecciones aprendidas en el desarrollo e implementación de planes de acción climática para informar sus propios esfuerzos puede ser significativa”.
La regulación sobre aguas pluviales en Pittsburgh se actualizó en abril de 2022 para incluir proyecciones de precipitación calculadas dos años antes por la Universidad Carnegie Mellon (CMU) en colaboración con la Rand Corporation. Sus pronósticos revelaron aumentos mayores a los reportados por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).
A pesar de sus raíces como ciudad minera industrial donde una vez reinó la contaminación y el humo, Pittsburgh figura como una de las zonas urbanas con más áreas vegetativas de toda la nación.
En adición, con la transformación de una economía industrializada a un entorno tecnológico, varias administraciones municipales, al igual que entidades privadas, se han dado a la tarea de crear espacios que combinan la alta tecnología con sistemas amigables para el ecosistema.
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*A pesar de sus raíces como una región minera e industrial donde una vez reinó la contaminación y el humo, Pittsburgh es ahora considerada por otras ciudades como un ejemplo, debido a sus medidas relacionadas con la preparación frente a las amenazas del cambio climático. (CC/Jarrett Stewart)
