Una vez más llega la temporada navideña con toda su opulencia, luces brillantes, adornos titánicos y centros comerciales abarrotados de lo último en el mercado.
También afloran esos sentimientos de nostalgia que anualmente se repiten en las vidas de miles de inmigrantes hispanos.
Resulta que dentro de todo el regocijo y la euforia que puede causar el acto de compartir y regalar, siempre se extraña a la familia y amistades que se dejaron atrás al mudarse a Estados Unidos, así como la manera particular de festejar en Noche Buena y Noche Vieja.
Quienes nacieron o se criaron aquí, una vez más escucharán a sus padres o abuelos contar esas típicas historias navideñas que les recuerdan su infancia en algún rincón de Latinoamérica o España.
Aunque algunos elementos de estos relatos parecen rayar en lo fantástico, la realidad es que la Navidad en el nuevo país de residencia es muy distinta a como es en el resto de América Latina; por consiguiente, la magia de la celebración se percibe desde otra perspectiva.
Muchos son oriundos de lugares con temperaturas cálidas durante el invierno.
Por lo general, Navidad no era una celebración de consumo comercial, sino una dirigida a festejar con música y comida para toda la familia, incluyendo amistades cercanas y vecinos.
Cuando los niños reciben sus regalos, todos salen a los patios de los vecindarios para disfrutar de sus juguetes nuevos.
Aquí, el frío imposibilita poder verlos compartiendo al aire libre cada 25 de diciembre. Sucede de otra manera en los hogares: el momento es más íntimo y con cierto grado de privacidad.
Esta es una parte dura del sacrificio por el que tienen que pasar los valientes inmigrantes, quienes para compensar lo perdido, han aprendido a formar una alianza latina, una salsa cultural que en las fiestas tiende a combinar un arroz con gandules boricua acompañado de tamales hondureños, todo mientras se tiene puesto un sombrero rojo como el de Santa Claus.
Los retos que enfrentan los hispanos han conducido a crear una comunidad compuesta por muchas culturas unificadas con un fuerte lazo de solidaridad.
Juntos han construido un futuro para las generaciones venideras. Se ha hecho de Estados Unidos un mejor lugar.
Colectivamente se ha servido en las fuerzas armadas, en la Corte Suprema, el Senado, las artes, la música, el cine y otras disciplinas. La contribución hispana a la cultura estadounidense contemporánea es invaluable.
La Mega Nota es testigo de tantos logros y llena de orgullo resaltar la grandeza de esta diversidad cultural, celebrando el legado de lo que forjan día tras día.
Que abunden las cenas navideñas compartiendo platos que vayan desde Argentina hasta México. Que reine la paz y la felicidad en cada hogar latino, no sólo en esta temporada festiva, sino todos los días.
¡Feliz Navidad!
