Madrid, 10 sep (EFE).- A sus 70 años, con dos Óscar y una carrera impecable, para Gustavo Santaolalla la música es una "forma de entender la vida". Le gusta cualquier estilo, dijo en una entrevista con Efe, hasta el reguetón, y le interesa todo proyecto nuevo.
De abuela vasca y abuelo andaluz, Santaolalla siente que no ha podido lograr con el público español la conexión que sí tiene con el latinoamericano y el estadounidense, explicó.
Así que espera que los conciertos en formato sinfónico que ofrecerá en Málaga (sur) -en el Teatro Cervantes el 12 de septiembre-; Madrid -en el Auditorio Nacional el 17- y Avilés (Asturias, en el norte de España) -en el Palacio Valdés el 25- sean un primer paso para saldar esa deuda que tiene con un país que adora y en el que no se ha prodigado tanto como le hubiera gustado.
Una prueba de ese amor es que este viaje es el primero que hace desde que empezó la pandemia. Ha estado encerrado en su casa de Los Ángeles y ahora ha hecho el esfuerzo de cruzar el charco para dar unos conciertos ante los que siente "mucha emoción".
Se muestra tan ilusionado como cuando empezó a tocar la guitarra a los cinco años o como cuando a los 16 formó su primer grupo, Arco Iris.
Desde entonces han pasado más de 50 años, muchísimos trabajos muy reconocidos, como compositor de bandas sonoras -tiene dos Óscar, por "Brokeback Mountain" (2005) y "Babel" (2006)- o como productor -dos Grammy por álbumes grabados para Juanes y Café Tacvba-. Sin olvidar la banda que fundó en 2002, Bajofondo, o la música escrita para un videojuego, "The last of us".
Una trayectoria muy variada que le hace sentirse completo. Y, como buen argentino, utiliza una analogía futbolera para explicarlo. "A veces me toca hacer goles, otras armar el juego, otras ser el director técnico o el preparador físico, pero siempre estoy en el partido".
Disfruta de todos ellos, como su enriquecedora experiencia en los videojuegos, un mundo en el que llevaba tiempo queriendo entrar pero estaba esperando a encontrar un juego que conectara con la emoción, una palabra que se repite mucho en la charla que se desarrolla en una sala de un céntrico hotel de Madrid.
"Veía jugar a mi hijo, entonces en plena adolescencia, y a mis compañeros de Bajofondo, que les gustaba el FIFA, y pensaba que si alguien hiciera un juego que conectara con lo emocional iba a cambiarlo todo", explicó.
Lo encontró en "The last of us" y por eso aceptó un proyecto que le ha dado "una satisfacción increíble", que es haber conectado con un público de entre 12 y 14 años que no conocían su obra y que tras escuchar la composición para el videojuego se han acercado a otros de sus trabajos.
"Tengo un público de gente de mi edad hasta gente de 12 y 13 años", aseguró satisfecho un músico que siempre ha buscado conectar con el público.
Y eso se logra con buena música, porque para él es la única distinción posible: "buena o mala".
"Hace un tiempo la gente estaba obsesionada con el reguetón como si fuera una plaga. Pero hay reguetón bueno y malo, como también hay mala música clásica o alternativa. Lo fundamental en la música es la honestidad, es más importante que el género".
Eso es precisamente lo que busca en su faceta de productor, artistas honestos, con una visión fuerte. "No quiero 'yes people', esa gente que te dice a todo que sí. Quiero que me desafíen para trabajar con ellos, entender su propuesta y entenderles como personas. Y en ese proceso hacerles crecer a ellos y yo aprender de ellos".
Juanes, Julieta Venegas, Café Tacvba, Molotov, León Gieco o La Vela Puerca son algunos de los artistas con los que ha desarrollado un trabajo de productor para el que siempre se ha mirado en el mítico George Martin y sus trabajos con The Beatles.
"He buscado el mejor sonido en un artista, la calidad de la composición de la grabación, capturar la magia en el estudio, pero no dejar mi seña y que todos los discos suenen a mí, como han hecho otros grandes productores como Phil Spector o Daniel Lanois", precisó.
Hablando de la producción recordó con cariño sus comienzos en la música, con grabaciones en cuatro canales, sin sintetizadores, y evoca los dos primeros álbumes que se compró: "G.I.Blues", de Elvis Presley, y el primero de los mexicanos Teen Tops.
"No sé leer ni escribir música", reconoció Santaolalla, que pese a ello ha conseguido ser uno de los nombres imprescindibles de la música, componiendo hasta bandas sonoras perfectas sin haber visto la película, como ocurrió con "Brokeback Mountan".
Y desde su posición privilegiada no duda en expresar su admiración por Alberto Iglesias: "Me maravilla. Le sigo y veo cómo sigue evolucionando", mientras no para de pensar en nuevos proyectos, como un musical que prepara con Paul Williams, o escribir una ópera o crear una partitura para coros o meterse en el canto lírico. Porque sí, también canta y muy bien.
Alicia García de Francisco