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Tráfico humano y labor forzada, una triste realidad

por Hugo Marín (hugo.marin@lamegamedia.com)


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Miles de inmigrantes hoy día son víctimas de trabajos forzados aquí en los Estados Unidos tras llegar al país atraídos por falsas promesas, terminando luego atrapados o amenazados por sus empleadores para que no puedan irse.

En los estados de Pensilvania y Ohio, se ha reportado la trata humana. 

Agencias gubernamentales han realizado operativos, desmantelando redes dedicadas a esta deplorable práctica en numerosas ocasiones. 

Aunque se conoce el fenómeno, sobre este parece existir un velo de silencio, no obstante, las víctimas están a nuestro alrededor, las vemos en tiendas por departamentos, pero no sabemos ni conocemos su triste realidad. 

Por ejemplo, una persona en México o Filipinas se entera de una oportunidad en los Estados Unidos a través de un amigo o familiar. 

Se dice que un empleador está ofreciendo un trabajo de enfermería que viene con una tarjeta verde (“green card”) pero condicionado a que el inmigrante pague una extremada cantidad de dinero en tarifas, endeudando a su familia.

Cuando la persona llega a Estados Unidos, descubre que la mayor parte de lo prometido era mentira. 

En lugar de una tarjeta verde, reciben una visa de trabajo temporal. Y en vez, trabajará como empleada doméstica.

Su pasaporte y papeles de trabajo están bajo llave, no se le permite salir de la casa y se le descuenta dinero de su cheque para el pago de vivienda y comida. 

Sus empleadores amenazan a la víctima que, si intenta escapar, se asegurarán de que sea deportada.

Casos como estos son comunes en Ohio, aunque nadie sabe exactamente cuántas personas se ven afectadas. 

Estudios han estimado que hay miles de trabajadores forzados en la agricultura. 

Pero el tráfico de mano de obra también se extiende a otras industrias, como el trabajo doméstico, la construcción, los restaurantes y los hoteles. 

Y las víctimas pueden provenir de todo el mundo. Algunos incluso tienen títulos universitarios.

El tema recibe poca atención del gobierno. 

Funcionarios y legisladores normalmente se enfocan en el tráfico sexual, centrándose menos en los hombres y mujeres que están siendo forzados, intimidados o defraudados para que permanezcan en trabajos de explotación. 

Como resultado se facilitan las condiciones para que empleadores sin escrúpulos mantengan trabajadores encerrados y escondidos, en particular a los inmigrantes que no hablan inglés y pueden ser amenazados con la pérdida de su estatus migratorio.

En industrias que emplean inmigrantes –como la agricultura, la construcción, los restaurantes y los hoteles– sus movimientos no pueden ser tan restringidos como los de los sirvientes domésticos, pero a menudo se controlan de forma bastante estricta. 

Generalmente se mantienen en condiciones de vida inhumanas: recibiendo dos comidas diarias y sin atención médica.

Trabajan seis, y en ocasiones, los siete días de la semana por más de diez horas diarias. 

El problema está más cerca de lo que puede parecer. 



 
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